sábado, 12 de mayo de 2012

COINCIDENCIAS EN LA CIENCIA


A lo largo de la Historia han sucedido muchas cosas curiosas en el devenir de la Ciencia. Y entre ellas, son manifiestas las coincidencias a la hora de adjudicarse un descubrimiento entre dos científicos que se atribuían su autoría, al llegar a él simultáneamente. Es el caso de la disputa por la autoría del Cálculo infinitesimal entre Newton y Leibnitz, o el descubrimiento del oxígeno entre Lavoisier y Prietsley, o el establecimiento de la Tabla Periódica de los elementos (precursora de la actual) entre Meyer y Mendeleiev, o el descubrimiento de la inducción electromagnética entre Faraday y Henry, o el telégrafo entre Henry y Morse, o el teléfono entre Graham Bell y Tesla…
Pero más curioso me ha parecido la coincidencia entre dos científicos al pensar que la Física ya tenía todo dicho, y son los casos que sucintamente voy a transcribir:
Hacia 1880, John Trowbridge, presidente de la Facultad de Física de la Universidad de Harvard, recibió a los estudiantes con esta idea desalentadora: “En Física yo todo está descubierto: la única tarea pendiente es corregir algunas medidas añadiendo algún decimal más”
También Lord Kelvin, eminente físico, célebre por sus contribuciones en el campo de la Termología y en la técnica (con sus aportaciones en la construcción de aparatos de medida de unidades de distintas magnitudes físicas), a partir de 1880 estuvo inactivo porque anunció que ya todos los descubrimientos de la Física se habían hecho, y que solamente quedaban por ajustar algunos de ellos.
Ni qué decir tiene que ambos coincidieron (¡y en el mismo año!) en un error tan grande que me imagino que en más de una ocasión les haría pasar algún que otro apurillo, si alguien les recordaba sus equivocados asertos.
Con el final del siglo XIX y comienzos del XX, se desarrolla tanto la Física que se puede decir que hay un antes y un después: amanece la Física moderna (en principio: cuántica, nuclear y relativista) y la concepción del mundo y del universo cambia por completo. Y es que científicos de altísima talla, celebrados por su gran contribución a la ciencia, también han cometido crasos errores, como cuando Newton (el padre de la Física clásica), intentó obtener en el laboratorio un homúnculo.

Cándido Román

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